La ciudad y la locura en Arlt

Breve ensayo sobre Los siete locos

La novela Los siete locos de Roberto Arlt constituye un hito para la literatura hispanoamericana en dos aspectos: Por un lado, puede ser considerada una de las primeras obras literarias de cariz existencialista, y no únicamente en lengua española. Por otro lado, es una de las primeras manifestaciones poéticas que tiene la gran ciudad como uno de sus temas principales. La combinación de estos dos aspectos da lugar a una novela en la que la locura aparece como última consecuencia de una vida aparentemente deshumanizada y frenética. La geografía de la ciudad se convierte en un laberinto difícil, si no imposible de desintrincar, tanto para los personajes como para el lector. En ella, la lógica común pierde su valor, ya que el personaje parece actuar empujado por impulsos viscerales, que ni siquiera a él le resultan fáciles de comprender.

En el año 1929 el mundo contempla rápidos avances tecnológicos. Atrás quedaron las experiencias europeas del gran desastre de la primera Guerra Mundial, en la que ese mismo avance se convirtió en una especie de Moloch, engendrando una maquinaria asesina y fuerzas destructoras nunca antes vistas. A pesar de la lejanía geográfica, la Argentina también tuvo que enfrentarse a su manera a los problemas derivados de la industrialización masiva: Buenos Aires crecía a un ritmo trepidante, el movimiento obrero comenzaba a organizarse y, con él, se magnificaban también las respuestas en parte reaccionarias en la escena política nacional. Desvaríos de grandeza y golpes de estado se mezclarían en los años por venir. En este contexto, no eran pocos los que desconfiaban de los supuestos avances. Frente a la aparición de las primeras visiones distópicas y de las vanguardias europeas, en Argentina se formaba con Arlt una especie de novela psicológica que trataba como paciente a la nación, diagnosticada con locura. Esa tradición se mantendría, aunque no necesariamente de manera continua ni como eje principal de la literatura nacional, como mínimo hasta Piglia.

Arlt desarrolla también una nueva estética, que se aleja tanto del costumbrismo gauchesco como también de otras propuestas innovadoras como la literatura de lo absurdo o la etapa ultraísta de Jorge Luis Borges. Especialmente fructífera podría resultar una comparación con Girondo, otro pionero en hacer de la gran ciudad un motivo principal de su creación poética. No obstante, Arlt es decididamente pesimista en su tratamiento de la temática. La ciudad no abre para él nuevos espacios, sino más bien abismos insondeables. Liendivit habla en este sentido de “una violencia intrínseca del espacio moderno”. Así es como experimenta Erdosain el Buenos Aires de los años veinte. En contraste con una economía en auge se describe la vida de un simple empleado, plagada de incertidumbres y miserias materiales. Sus circunstancias lo fuerzan a cometer pequeños hurtos contra la empresa para la que trabaja, que en última instancia acaban detonando su despido.

Aunque el personaje consigue devolver el dinero y saldar su deuda, la humillación iniciada por su despido sigue su curso y se va acrecentando. El abandono de su mujer representa un punto de inflexión en la novela a partir del cual los delirios del protagonista empiezan a fundirse con las descripciones del comentador. Erdosain es incapaz de volver a incorporarse a la vida reglada y socialmente aceptada. Mientras la sociedad lo empuja a sus márgenes y lo deja desamparado, él encuentra una especie de refugio bajo la hégira del Astrólogo, que le da un nuevo sentido —aunque en última instancia no sea más que un cebo— no tanto a su vida, sino a la existencia misma. Fracasado en lo laboral como en lo personal, Erdosain se vuelca a los ideales políticos defendidos por su nuevo protector. A pesar de ello, sigue siendo difícil afirmar que esas aspiraciones políticas llenen el vacío dejado por su vida anterior.

El sentido último de sus aspiraciones es el de la conspiración auspiciada por el Astrólogo. Financiados por una red de burdeles que se extiende por todo el país han de llevar a cabo una revolución a mano armada que finiquite el sistema vigente, opresor y expoliador de la fuerza laboral de los ciudadanos. El aspecto moral es importante, ya que Arlt subvierte muchos de los principios vigentes. El crimen se convierte en la única manera de confirmar la propia existencia. Frente a un sistema enajenante, y la incapacidad de una serie de individuos de adaptarse a sus exigencias, el cambio radical se convierte en el fin ideal que justifica todos los medios.

Paulatinamente Erdosain va perdiendo los rasgos constitutivos de lo que comúnmente se podría considerar su personalidad. En un momento dado se da cuenta incluso de que no siente culpa ni remordimiento y arguye que esos sentimientos no son más que eufemismos para camuflar el miedo al castigo, sentido por muchos de sus coetáneos. Él se “libera” de esos miedos y pierde el sentido de la culpa, como lo muestran también sus planes para el secuestro. A partir del momento en que es abandonado por su esposa todas sus acciones van encaminadas a cumplir con el programa del Astrólogo. En él deposita toda su confianza: la razón da paso a la superstición, encarnada en un visionario fanático de sus propias ideas.

El papel que juega la ciudad de Buenos Aires en el proceso de enajenación de Erdosain es primordial: como ya se ha apuntado, muchas de las estructuras sociales a las que el protagonista se ve sometido y de las que se ve forzado de exiliarse son consecuencia directa de una u otra de las facetas de la vida urbana moderna en desarrollo en esos momentos. Arlt trata una temática que inquieta a no pocos autores de la época. Ya Valle-Inclán había escenificado Madrid como gran ciudad que empuja a sus protagonistas al delirio. La sensación de Max Estrella al ver su reflejo deformado en uno de los espejos de una céntrica calle de la capital española ilustra ese delirio. Pero también en otras literaturas la ciudad comienza a tomar formas intimidatorias, que transforman a los personajes que las transitan y los marcan profundamente. Así es como Biberkopf experimenta el Berlín de los años veinte en la novela Berlin, Alexanderplatz, de Alfred Döblin. También él trata de reconstruir su vida dejando atrás una biografía marcada por el crimen, pero la ciudad, inclemente, lo vuelve a arrojar a sus abismos. Incluso en el cine las ciudades toman dimensiones amenazadoras, como en Metropolis, de Fritz Lang. Pero las respuestas que proponen los distintos artistas difieren en muchos aspectos.

A diferencia de Lang, Arlt no deposita sus esperanzas en una figura mesiánica que se ha de erigir como salvadora in extremis. Al contrario: el escritor argentino parece empedernido en hacernos ver que toda esperanza es inútil, como lo es la existencia misma. Ni escapando de su vida privada de pobre infeliz, sacrificándose y volviéndose a una idea más grande que él, es capaz de dotar de sentido su existencia.

La ciudad se presenta al lector a través de la descripción de los caminos que realiza el personaje cuando la atraviesa: Buenos Aires es movimiento continuo. Los pensamientos de Erdosain se enredan con las descripciones de los lugares por los que pasa. En ese sentido hay que destacar el peculiar estilo con el que es narrada la acción. Voces heterodiegéticas se amalgaman con las elucubraciones del protagonista y en algún momento incluso Erdosain habla explícitamente de un “comentador”. De la misma manera que el protagonista pierde poco a poco la orientación que le guíe en su existir, el lector es llevado de la mano por un laberinto de caminos entreverados y voces imposibles de discernir. La locura amenaza con apropiarse del espectador, que no puede ya creerse ajeno al texto ni leer la novela como mero pasatiempos, sino que es obligado a plantearse los dilemas y a perderse tanto como el mismo Erdosain. Probablemente sea cuestión de seguir el hilo de Ariadna y volver por las calles de Buenos Aires. O dejarse ir y convertirse en el orgulloso ostentador de la octava locura.

 

Imágenes

Imagen de cabecera: Fotografía retocada de la maqueta de Buenos Aires utilizada en la película El Apóstol del año 1917 para la escenificación de un incendio. Amino Apps (Consultado el 9 de abril de 2018). https://pm1.narvii.com/6689/c3bcf7fc9e64b9682c6a9de36c68acdcbfa84821_hq.jpg

 

Texto escrito en el marco de un seminario universitario: Dr. Gernot Kamecke: Modernismus, Kosmopolitismus und Avantgarde in der argentinischen Erzählliteratur. Humboldt-Universität zu Berlin, semestre estival 2017.

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