Juan Marsé: la mirada ingenua y el desengaño

Comentario

Escribir para Marsé es siempre una derrota. La escritura marca la pérdida definitiva de un tiempo en el que se podía contar en voz alta ante el selecto público que encontraría en el relato la llave para escapar de una realidad mediocre; vuelta, gracias al arte narrativo, intensa y feroz, recuperada del silencio amnésico de los vencedores. Con el ingreso en la vida adulta se pierde la posibilidad de mirar como niño, de soñar [...].

El fin de la infancia implica también la imposibilidad de seguir mirando el mundo desde una mirada cargada de ficción, antídoto contra la mediocridad imperante. Esta situación se repite en varios textos de Marsé, que llegan a un final teñido por la melancolía respecto de un pasado en el que, a pesar de su dureza, se podía soñar y modelar un mundo más bello. En Un día volveré, el ingreso en el mundo adulto de los personajes infantiles desvela el lado más real del personaje principal y la construcción que los niños habían hecho de él en sus aventis se derrumba. El paso es traumático y se cuenta casi argumentalmente, como si no pudiera narrarse más allá de esa mirada viciada, origen de la narración. La temporalidad se hace difusa, lejana, imprecisa.

Álvaro Fernández: "Un canto en la tiniebla", en: Iberoamericana, 3.11.2003 páginas 82-83.

El autor

Juan Marsé es un escritor español de larga trayectoria y amplio reconocimiento. Animado por amigos, comienza a escribir aún en la dictadura, debiendo enfrentarse y someterse varias veces a la censura. Vive así en carne propia la represión y arbitrariedad a la que ya fuera sometido su padre adoptivo. Había nacido en Barcelona y, a pesar de no haber participado de manera directa en la Guerra Civil, vivió la postguerra en el lado de los vencidos. El hecho de haber sido adoptado no supuso para él conflicto alguno, pero lo alentó a crear personajes que se inventan a sus padres. En círculos literarios, donde pronto entabló amistad con Carmen Balcells, lo apodaron muy a su pesar como "escritor obrero". Sus orígenes humildes configuran, al igual que otras circunstancias personales, muchos aspectos de su obra. Aún así no se lo puede leer como por ejemplo a Joan Salvat-Papasseit, ya que en Marsé lo político no es enfocado desde una perspectiva programática, sino crítica y justamente desmitificadora.

Un día volveré

Álvaro Fernández trata en su ensayo la poética de Juan Marsé: un sistema literario peculiar, a la vez personal y político, en el que la confusión entre realidad y ficción constituye un mecanismo básico.

Marsé asume en su obra a menudo una perspectiva joven, casi infantil. Como si se tratara de un juego de rol, muchos personajes son presentados como arquetipos propios de cómics, novelas detectivescas o películas del cine norteamericano. La novela Un día volveré presenta al lector la transición de esa mirada ingenua hacia una actitud desmitificadora y, en cierta manera, desengañada. No obstante, en el personaje de Néstor parece darse un proceso de maduración que no se llega a producir del todo en su entorno social: aquí la novela trasciende los límites de la ficción y adquiere un tono marcadamente crítico, no solo con la dictadura, sino también con la sociedad española de la transición, que sigue siendo en esencia la misma y no puede dejar de buscar héroes donde no los hay.

La acción de la novela se desarrolla en barrios humildes de Barcelona y abarca un lapso de tiempo que se extiende desde los primeros años de la postguerra hasta, de manera prospectiva, la época de la transición. La narración contiene importantes descripciones del paisaje urbano y social, aunque no se contenta con ser mera écfrasis de carácter documental. Los cambios urbanos son reflejo de los cambios que se dan en la sociedad, aunque estos no estén, como ya se ha indicado, en concordancia con la maduración que se da en el observador que narra gran parte de la historia.

Una técnica fundamental de Marsé es la que se halla reflejada en lo que los personajes llaman "aventis", encuentros en los que los chicos del barrio conversan sobre películas o acontecimientos y llenan los huecos dejados por el olvido o la ordinariedad con pequeños añadidos que se van acumulando. Así, cualquier hecho, por insignificante o trágico que sea, puede convertirse en un mito plagado de héroes y antihéroes. Esa manera de narrar y recordar es omnipresente en la obra de Marsé. En Un día volveré esa mitología artificial (todas lo son en cierto grado) se va deconstruyendo. Marsé hace avanzar al narrador hasta hacer de él un euhemerista implacable.

Hacia el final de la novela no queda rastro del aura heroica de Jan Julivert. La voz del viejo Suau, presente desde el inicio, va minando el dogma del héroe pistolero, aunque no se llegue a erguir en ningún momento como portador de "la verdad" para contradecir el mito. Probablemente intuya que (quizás por aburrido y complejo, sutil síndrome de Casandra) no lo escucharán. Su final es menos que modesto.

El fin del relato cierra una especie de círculo: Un crío vuleve a orinar sobre lo que, para unos y luego para otros, podría ser un símbolo de incierta gloria. Ambos símbolos son construidos, aunque uno fuese impuesto de manera muy real a sangre y fuego mientras que el otro no llegó a ser más que una ilusión sobrecargada de esperanzas.

El paso del tiempo hace que para el narrador sea cada vez más difícil mantener en pie caracterizaciones "peculiares". Álvaro Fernández se refiere a esa imposibilidad al afirmar que el ingreso en el mundo adulto de los personajes infantiles [de Jan Julivert] y la construcción que los niños habían hecho de él en sus aventis se derrumba. La maduración es un proceso de desengaño, pero no es experimentada como tal por gran parte de la sociedad española que, en 1982, prefiere sustituir un mito por otro antes que asumir haber estado sumisa durante décadas a un engaño polifacético lleno de ilusiones.

Sin idealizar el pasado, que al contrario es descrito por Marsé con toda su crudeza (aunque sea de manera velada a través de la perspectiva de los niños), se instala en su obra cierta melancolía por esa facilidad de amalgamar realidad y ficción, posibilidad de idealización y evasión que al adulto (y a la España posterior a la transición) le queda vedada fuera de la literatura.

 

Imágenes

Imagen de cabecera: © Paco Elvira: Construcción de bloques de viviendas, alrededor de 1965. Fotografía de Paco Elvira. Universitat Internacional de Catalunya, Master of International Cooperation Sustainable Emergency Architecture (Consultado el 10 de abril de 2018). http://masteremergencyarchitecture.com/2015/09/09/co-director-authors-new-book-on-urban-transformation-of-bellvitge/

 

Texto escrito en el marco de un seminario universitario: Dra. Sela Bozal: La literatura en su contexto. Humboldt-Universität zu Berlin, semestre de invierno 2017/2018.

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